¿Qué significaba ese planisferio interactivo con lucecitas que se iban encendiendo por todo el planeta, como un incendio global en expansión?
Una imagen que entre el miércoles y ayer se compartió miles y miles de veces por Twitter, Facebook, Instagram, WhatsApp o Telegram en su formato original, un GIF (una micro animación), también en videos más extensos o en capturas de imágenes (fotos).
Se trataba de un “mapa de calor”, así se le llama, sobre los tuits que se fueron publicando desde que se conoció la muerte de Diego Armando Maradona, minutos después de las 13, hasta las 14.
La cuenta oficial de Twitter Latin America le mostraba al mundo el impacto que esta noticia había tenido en esta red social y también informaba que había batido el récord del año: más de tres millones de tuits se publicaron en el mundo en menos de una hora.
Tres horas más tarde, a las 17, las menciones maradonianas, con decenas de hashtags diferentes (palabras clave que agrupan conversaciones), como Maradona, D10s, MaradonaEterno, Diego, Maradona10, GraciasDiego, BarrileteCósmico, entre otros, ya habían superado las cinco millones de publicaciones, incluyendo a los lugares más periféricos del globo, como Alaska, Siberia, el Sahara, el Ártico o Groenlandia.
Para ponerlo en escala, una tendencia mundial promedio ingresa al top ten planetario con unos 100.000 tuits en 24 horas y a veces con mucho menos que eso.
Un tema explosivo, como la muerte de una estrella de Hollywood, una final de un Mundial de fútbol, el comienzo de una guerra o un atentado terrorista en un país europeo, pueden rondar de uno a tres millones de tuits a lo largo de todo un día.
Sólo hechos extraordinarios superan las cinco millones de menciones diarias, como ocurrió cuando se difundió en agosto de este año que Messi abandonaba Barcelona; durante la Primavera Árabe, en 2010, revolución originada justamente en las redes; o con la explosión nuclear en Fukushima, Japón, en marzo de 2011; o el Brexit británico, en 2016; o durante el desconcertante triunfo de Trump, ese mismo año.
También hubiera sucedido, suponemos, con el atentado a las Torres Gemelas, de haber existido en 2001 las redes sociales masivas.
Maradona rompió todos estos registros diarios en apenas una hora. Este mismo fenómeno se replicó en el resto de las redes sociales y, en todos los casos, las estadísticas fueron de seis cifras.
Para que estas tendencias globales sean tan masivas, además de la popularidad del personaje, como Maradona, o la trascendencia de un hecho, como un accidente nuclear, deben involucrarse personalidades muy influyentes, es decir, con parvas de seguidores.
Cuando Twitter difundió el mapa de calor planetario sobre Maradona, ya habían tuiteado decenas de cuentas con millones de seguidores, como Messi (170 millones); Cristiano Ronaldo (90); Maluma (55); Ricky Martin (30); Alejandro Sanz (20); CFK (6); Macri (5); Lavezzi (5); Marley (5); Pelé (4,8); o Del Potro (3,3), entre decenas de otras figuras internacionales con millones de adeptos, del deporte, la cultura o la política, algunos no tan conocidos en Argentina.
Otros hechos que explotaron en las redes fueron, por ejemplo, cuando Leonardo Di Caprio ganó su primer Oscar, en 2016, que generó 440.000 tuits por minuto (26 millones por hora), rompiendo el récord de Ellen Degeners con su famosa selfie durante los Oscar de 2014, con 3,3 millones de retuits, pero en una semana. O como cuando murió Nelson Mandela, en 2013, que generó 95.000 tuits por minuto, pese a que esta red apenas tenía tres años de vida y bastante menos usuarios que hoy.
Las tendencias maradionianas continuaron ayer siendo globales, con numerosos hashtags referidos a la masiva y emotiva despedida, aunque luego empañada por los incidentes, que también tuvieron una amplia difusión internacional.
Una curiosidad: en el mapa de calor sobre Maradona que publicó Twitter, las primeras lucecitas que se encienden, en el microsegundo inicial, se ubican en Río de Janeiro, luego en Sao Paulo y después en Buenos Aires.
¿La explicación? Quizás se deba a la proximidad de los servidores subcontinentales, ya que la mayoría de los gigantes de internet tienen sus centrales informáticas en Brasil.
Otra razón, menos científica, es que otra vez Brasil jugó más rápido que Argentina.